Seguro que la vista desde lo alto es digna del esfuerzo de subir las incontables escaleras talladas entre un par de montanas hasta la cima. Hemos abandonado la vida frenética de Hanoi, ahora los ritmos son diferentes y la naturaleza aparece salvaje por cada rincón. Montados a lomos de un par de bicicletas llegamos hasta este recóndito lugar desde Tam Coc llamado Mua Cave.
Una parada a medio camino para hacer unas fotos y con la lengua fuera por fin alcanzamos la cima.
El río, las montañas y el verde tropical hacen que tardemos más de una hora en decidir bajar, es difícil dejar de recrearse intentando guardar esta imagen en nuestras retinas para siempre.
Tam Coc es famoso por poder recorrer en barca el río que surca entre las montañas que llaman la Halong Bai terrestre.
Aunque sin tener que pagar un bote es posible perderse por sus caminos entre montañas disfrutado de lugares gratuitos como Bich Dong Pagoda, a 2 o 3 km del pueblo. Merece la pena la visita.
Recorriendo sin rumbo sus alrededores rodeados por las formaciones rocosas que aparecen hasta donde llega la vista. Es espectacular, realmente lo es.
Y así, entre rutas con bicicleta y continuar probando la gastronomía vietnamita pasamos dos noches en Tam Coc, un pequeño descanso para lo que se nos venía encima, tratar de recorrer en 5 o 6 días todos los kilómetros posibles en autostop hasta Ho Chi Minh City. La antigua Saigon parecía muy lejos en el mapa pero nos apetecía una aventura antes de encontrarnos con los padres de Pablo para pasar con ellos un par de semanas dejándonos sorprender por lo que todavía nos tenia preparado este singular país.
Desenfocando el camino 
Muy interesante las a visitas a tantos lugares. Impresionante
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